El aire era denso con una mezcla de incertidumbre y tensión. Las sombras que antes habíamos logrado desterrar comenzaban a alzarse de nuevo, como espectros que se resisten a morir. La manada rival había formado una alianza con aquellos a quienes Kian había considerado enemigos desde mucho antes de que yo apareciera en su vida. Los susurros de esta nueva amenaza flotaban en cada rincón del campamento, como un pesado manto que no podíamos deshacernos de él.
Kian estaba más callado de lo habitual, su mirada fija en el horizonte, como si esperara que la tormenta que se estaba gestando desapareciera por arte de magia. Pero sabía que no lo haría. Las tensiones no solo estaban por fuera de nosotros, sino que también se filtraban en nuestro interior, retorcían nuestras emociones con una fuerza que ni siquiera el deseo podía aplacar por completo.
Estábamos de nuevo al borde del pre