20:58 PM. Ático de Apex AI. Sala de Conferencias Principal.
El mundo era azul.
Azul eléctrico. Azul corporativo. Azul NeuroVita.
Diego Salazar estaba de pie tras las cortinas de terciopelo pesado del escenario. El zumbido de la multitud al otro lado era como el sonido del mar antes de un tsunami. Quinientos inversores. Prensa de treinta países. Y millones de ojos observando a través de las cámaras de streaming.
Se ajustó el nudo de la corbata. Le temblaban las manos con tal violencia que tuvo que agarrarse los dedos entrelazándolos.
—Señor Salazar —dijo el regidor de escenario a través del auricular—. Está usted en posición. Dos minutos para la introducción de la Sra. Vargas-Thorne.
Diego asintió, aunque nadie lo miraba. Sintió el peso del teléfono en su bolsillo. El teléfono con la confesión escrita. El teléfono que iba a ser su granada de mano.
—Solo hazlo —se susurró a sí mismo—. Sé un hombre por una vez en tu maldita vida.
20:59 PM. Conductos de Servicio. Nivel -2.
—Está a punto d