El mediodía madrileño se anunciaba con un cielo despejado y un sol que acariciaba los ventanales de la Residencia Fort con elegancia serena. Desde la galería acristalada podía verse el reflejo de uno de los autos que aguardaban en la entrada: el Aston Martin blanco perla, uno de los vehículos de última generación que Naven le había obsequiado a Sofía.
La joven arquitecta permanecía en su habitación aún con el cabello húmedo y una blusa de lino ligera, de pie frente al espejo, observando con cierta incertidumbre la cajita de terciopelo que contenía su anillo de bodas. Recordó la exigencia de esa mañana. "Usarás tu anillo. No quiero tener que repetírtelo."
Suspiró.
Lo deslizó en su dedo anular izquierdo y lo contempló por unos segundos. Luego lo dejó ahí, donde él quería. Donde quizá también, sin quererlo, ella empezaba a sentir que pertenecía.
En la planta baja, Inés la esperaba con una pequeña carpeta negra.
—El señor Fort pidió que le entregara esto, señora —dijo, usando por primera