Pasaron dos meses desde aquel día en que la vida volvió a florecer en forma de una pequeña niña de ojos grandes, la hija de Naven y Sofía, la prueba más luminosa de que el amor sobrevive incluso cuando todo parece perdido.
Pero lejos de la calidez del hogar Fort, la oscuridad seguía cobrando cuentas pendientes.
Axel Fort, hermano de Naven, caminaba en silencio por los pasillos del juzgado. Su rostro reflejaba el peso de la traición. El divorcio con Geraldine Cortez fue tramitado en completo silencio, sin escándalos, sin prensa, solo con el sonido seco de la justicia firmando papeles.
Ella no peleó. No gritó. No lloró. Solo aceptó. Porque sabía que todo lo que había tenido con Axel se había destruido el día que prefirió callar, que eligió que dañaran a Naven por encima del hombre que alguna vez la amó.
Axel salió del juzgado con los papeles en mano… sin mirar atrás.
Y como si la vida misma tomara forma de sentencia, Geraldine murió 3 días después. Su automóvil fue hallado destrozado al