Era verdad. En ese momento… estaba descubriendo lo que era.
Así que no mentí.
Lo supe apenas vi el reflejo de mis propios ojos en los de Lucien, ese resplandor que no era natural ni completamente humano.
Yo no sabía exactamente qué me estaba pasando, pero la energía que me envolvía, que salía de mi piel como un manto de fuego frío… no era de este mundo.
Lucien me miraba con una mezcla de asombro y duda. Sus pupilas parecían afilarse, casi como un animal a punto de defenderse.
El momento había sido tan impresionante, tan irreal, que ignoré por completo lo más grave de todo.
Un joven vampiro había intentado beber de mí.
Y lo peor… es que estuve dispuesta a permitirlo.
Su cuerpo estaba sobre el mío, sus labios encendidos en mi cuello, su lengua trazando líneas húmedas sobre mis clavículas… y yo no me resistí.
No pensé en el peligro. Ni en el filo de sus colmillos.
Me dejé arrastrar.
Me dejé seducir.
Había algo en él que me encendía desde adentro, como si una parte oculta de mi alma lo re