Yo soy su hijo.
Me despierto abrumada, me duele mucho la cabeza y me siento húmeda. Levanto las sábanas para darme cuenta de la mancha roja sobre ellas, había llegado mi periodo.
—Mierda, mierda—el dolor no tarda en aparecer y trato de buscar compresas, pero no hay.
—Genial, esto era lo que me faltaba—los cólicos se vuelven más dolorosos e intensos y respiro profundo, pero de nada vale.
El dolor me abruma, quiero acostarme, pero necesito llevar esto rápido a la lavadora. Me avergonzaré si alguien ve esta mancha, por suerte no traspasó al colchón.
—oh por Dios...—me sostengo del gavetero sintiendo una punzada y corro al baño.
Envuelvo mi mano con bastante papel higiénico y lo uso como compresa mientras tanto. Trato de ser rápida y salir de la habitación para llevar a lavar las sábanas.
Mientras las pongo a lavar vuelvo a mi cuarto, coloco sábanas nuevas y gimo cuando siento un dolor más fuerte que me hace recostarme rápido flexionando mis piernas volviéndome una bolita y me cubro con las sábanas