—Hermanito —Marco entra a mi oficina sin tocar.
—¿Qué haces aquí sin avisar? —pregunto con fastidio.
En ese mismo momento entra Sol. Lleva una falda larga y un top demasiado corto. Un pañuelo cubre su cabeza, su cabello está suelto, manchado de pintura, y va descalza.
Al ver a Marco, se detiene en seco.
—Lo siento... no sabía que estabas ocupado —dice con incomodidad.
—Oh, cuñada, qué gusto verte. Vine justo por ti, a darte una buena noticia —sonríe, confiado.
—Marco, ¿quién te ha dado derecho a dirigirte a Sol? —gruño, sin disimular el enojo.
—Deja el drama —responde con desdén.
Sol camina hacia mí, y la jalo hasta acomodarla sobre mis piernas. Mis manos instintivamente rodean su vientre.
—Te explicaré —comienza Marco—. Una vez más te salvé el culo. El niñito que heriste, Gabriel, no presentará cargos por abuso ni intento de homicidio. Tampoco hay videos, todos han sido eliminados. Él habló con la escuela para permitir que Sol vuelva a estudiar. Dijo que todo fue su culpa... que te p