Me desperté demasiado temprano.
Dante seguía rendido en la cama, así que bajé a la cocina decidida a preparar un pastel para él.
Eran las cuatro y media de la madrugada. Me sentía incluso más emocionada que en mi propio cumpleaños.
Quise hacerlo yo misma. Me encanta hornear pasteles. En la escuela aprendí muchas cosas, y ahora que tenía el tiempo y la ocasión, no iba a desaprovecharlo.
Hice un desastre en la cocina. De verdad quería que esto me quedara bien.
El pastel sería de chocolate. No sé si a él le guste, pero a mí sí.
Y si no se anima a comerlo... bueno, yo me sacrifico con gusto.
—Veamos... harina, huevos, mantequilla... okay, aquí está. Polvo de hornear... mmm, ya está. Una pizca de sal, azúcar, aceite, bicarbonato... ¿Qué más me falta? Oh, sí, cacao —murmuro mientras repaso la receta y busco los ingredientes.
Después de preparar la masa, hago también una mezcla especial para el relleno. Quiero que sea extra chocolatoso.
La verdad... no sé si este pastel es más para mi gusto