Sus palabras no deben tomarse en serio.
—Supongo que Marco adelantó el tema de conversación —dice mi padrino con calma.
—Oh, lamento ser un imprudente —responde él con sorna, llevándose la copa a los labios.
—Siempre eres imprudente... todo el tiempo —le espeto.
Sol suspira. Está moviendo la pierna debajo de la mesa y sé que está incómoda.
—Pero vayamos al grano... Digo, ya que estamos todos reunidos, se supone que deberíamos entrar en tema. Además, tengo unos trabajitos pendientes esta noche —agrega Marco, mirando el reloj con fingida urgencia.
A Sol le preguntan si quiere algo en específico. Pide muchas cosas. Come demasiado... me gusta. Siempre quise verla comer así.
—Cuñada, estás comiendo demasiado. Podrías perder esa linda figura delgada antes de tiempo... y se sabe que un embarazo suele ser desastroso para una mujer que no se cuid...—
—Cierra el pico —le corto, molesto.
—No te metas con mi mujer, si no quieres que te corte el cuello con este cuchillo de carne —añado entre dientes. Él ríe, descarado.
—No dije nada que