No hay vuelta atrás.
Estoy fría.
Me quiero morir.
Lanzarme de un tercer piso de cabeza.
No puedo mirar sus ojos. Es como si me estuviera midiendo para atacarme. ¿Qué diablos estaba pensando yo?
¿Qué creí? ¿Que después de hacer algo como eso todo seguiría normal?
Me limpio las lágrimas, tratando de hablar sin titubear, y él alza una ceja, haciéndome sentir peor.
—Deja de llorar y explícame —su voz, aunque es pacífica, da miedo, porque sabes que algo está tramando.
Y entre hipos, con el labio inferior temblando mientras trago, le hablo.
—Y-yo le puse pastillas para dormir a-al ron y... y usé la misma pastilla que usaron conmigo c-cuando me vendió mi papá...estaban en tu cajón—ríe, pero una risa macabra.
—Ya veo. Todas esas pastillas las había guardado sin ningún fin... en cambio tú. Eres bien retorcidita. ¿Qué tanta mierda tienes en esa cabezita? Pensé que sólo servía para pintar y ser ñoña—
Apreté los ojos, inclinando la cabeza hacia abajo.
La vergüenza, la pena, la decepción, la inmadurez... todo me estab