Matrimonio.
Un mes más tarde.
—Doctor... ¿no está muy pequeña mi panza? Ya tengo nueve semanas y sigo plana, casi no se nota con la ropa —Dante ríe.
—No se preocupe, doctor. Ya le he dicho que es muy delgada, es normal que no tenga tanta panza —lo miro de mala gana.
—Cállate —mascullo.
El doctor me explica que es normal, que apenas tengo dos meses, y que eso no es mucho tiempo. Aun así, ya se nota un leve abultamiento en mi vientre bajo.
Salimos de la cita. Nuestro bebé va muy bien. Ya no hay amenaza de aborto. Soy la mujer más feliz del mundo.
Dante habla por teléfono mientras mantiene una mano firme y cálida sobre mi vientre. Aunque nunca le ha hablado directamente al bebé, siempre me acaricia y me recuerda que debo hidratar la piel, tomar mis vitaminas y ejercitarme con cuidado . Es dulce. Tiene sus maneras.
Últimamente tiene ojeras muy marcadas. Trabaja hasta tarde, y casi no nos vemos, pero aún así, busca el modo de llevarme a comer o sacarme a distraerme. Me encanta que siempre cumple todos