—¿Por qué no respondes? —Estoy en la habitación, recogiendo mis pertenencias. Ya los cuerpos fueron sacados del hotel. Todo quedó intacto.
—Sol... mierda —insisto otra vez, pero esta vez me manda al buzón.
Se me aprieta el pecho, e intento marcar a mi padrino, pero el teléfono se me cae de las manos temblorosas.
Me llevo las manos a la frente, apretándome el cabello para calmarme. Estoy temblando como un demonio.
Un miedo excesivo se apodera de mí. Me retumban en la cabeza las palabras de ese maldito. Revisamos sus cosas... no hay prueba de nada.
De pronto, en la pantalla veo la llamada entrante de mi padrino. Rápido, tomo el teléfono, deslizo el dedo por la pantalla y lo llevo a mi oreja.
—Toma un vuelo y ven de emergencia. Sol será ingresada de urgencia para una cirugía... la empujaron por las escaleras de la escuela y está grave. Lo siento hijo. Cuando llegue ya la ambulancia se la estaba llevando —solo eso dijo. Ni siquiera hablé. Ni pregunté nada más.
Sentí que la vida se me acab