Estoy sentado en un sillón, fumando un puro, con un trago de whisky en la mano y guantes negros de cuero.
Tres hombres están atados de espaldas y ni siquiera se han dado cuenta. La borrachera fue tan grande que cayeron en cama y no pudieron notarlo cuando entré a su habitación.
Esta mañana me comuniqué con Enzo y con Sol. Ella y yo explotamos, y me siento demasiado relajado. Enzo la llevó a la escuela y eso me hace sentir bien, también la va a recoger.
Mientras yo estoy terminando este pequeño encargo, esta pequeña molestia patética.
—Despiértalos. Viérteles agua helada —quiero que cuando despierten, lo primero que vean sea mi cara.
Hay varios de mis hombres en la habitación, armados hasta los dientes. Quiero terminar esto rápido, ya que quiero hablar con Sol, que sale en media hora de la escuela.
Tomo el arma y le coloco el silenciador. Qué mal no poder usar mi cuchillo para cortarlos en trozos. Eso si me divierte, hace ya tanto no lo hago.
Tocan la puerta.
—Servicio al cuarto —la mi