Ella se queda en shock. No dice nada, no se mueve. Sus ojos permanecen abiertos, sin parpadear.
—Sol... —llevo mis manos a sus hombros—. Lo siento tanto...—
—No bromees así —me responde con rabia, apartándose de mí—. Está bien que estuviera enojada y no los quisiera cerca, ¡pero tampoco es como si yo hubiera deseado su muerte!—
Me pongo de pie y suspiro con fuerza mirándola con una cara de que no estoy bromeando.
—N-no estás bromeando... —dice temblando al ver mi seriedad.
—No. Tu padre asesinó a tu madrastra y a tu hermano. Dejó una nota... y se quitó la vida —mi voz es baja. No quería sonar cruel ni duro.
Ella intenta sostenerse del taburete, pero termina desplomándose en el suelo. Corro a levantarla.
—¡No, no, nooooooooooo! —temblaba, y sus gritos eran tan desgarradores que me apretaban el alma.
—¡Dime que es una mentira, Dante! —me gritó, rota por dentro.
Se removía, clavándome las uñas para que la soltara, pero estaba tan preocupado por ella que no lo hice. Su estrés era tan extr