Aprobación.
Sol camina con lentitud. Sentarse le resulta doloroso. Con la almohadilla bajo el brazo, se dirige al estudio, decidida a darle los últimos toques a una de sus pinturas.
Desliza la brocha con cuidado, moviéndose con suavidad. Pero, de pronto, el recuerdo de lo que le hizo a Dante regresa sin avisar, provocándole un nudo en el estómago.
Suelta la brocha y suspira pesadamente.
—Todo esto es una mierda... —murmura, negando con la cabeza—. Todo por lo que luché... lo arruiné—
Inclina la cabeza un instante, cubre el cuadro y se dispone a salir del estudio. Pero justo al abrir la puerta, Dante estaba del otro lado, a punto de entrar. Su rostro fue lo primero que vio. El sobresalto fue tal que soltó un grito ahogado.
—¿Cada vez que me veas te vas a asustar? —pregunta él con una ceja alzada.
—Es que... apareces de repente y... bueno...—
Dante le toma la mano de improviso.
—Vamos a tener sexo —dice, sin rodeos.
Ella intenta soltarse.
—No —responde firme.
—¿No? —él sonríe, como si jugara con su