**Capítulo 45** Las intenciones del Supremo.
La indignación hervía en la sangre de Leila mientras se miraba en el espejo, repasando cada detalle de su rostro a la vez que se aplicaba las cremas de su costosa rutina de skincare. Y su reflejo parecía devolverle una mueca amarga de su propia frustración.
—¿Qué solo sea su mediocre empleada? —murmuró con dientes apretados, masajeando su mandíbula con fuerza—. Abuela, con razón vas a morir de manera tan fea. Eres un ser despreciable.
—Odio ser masajista —continuó, deslizando sus dedos por sus mejillas con movimientos mecánicos—. Me dediqué a esto solo para infiltrarme en ese maldito spa y fastidiarle la vida a esa mojigata. Y ahora… ahora no solo se quedó con mi herencia, sino que tiene un hombre envidiable, no como mi patético esposo. ¡Un gerente sin atributos ni ambiciones! —gruñó, golpeando la mesa frente a ella con la palma de la mano.
Un timbre interrumpió su diatriba interna. Leila respiró profundamente, ajustándose la bata de seda antes de dirigirse hacia la puerta. Al abrir