75-Epílogo. No hay regalo más hermoso que la familia.
Cinco meses después.
Lo que antes era un páramo seco, bajo el dominio infame de Ronald, comenzaba ahora a transformarse en un oasis.
Elyria y Gregor, en un acto de ingenio conjunto, trazaron un plan maestro y construyeron un canal de riego que devolvió el aliento a la tierra.
El agua fluía con vida, como si celebrara su libertad, y en cada surco nacían árboles fuertes, plantas exuberantes y flores que pintaban de esperanza el terreno. El gris de antaño se rendía, lentamente, ante el verde vibrante de un nuevo comienzo.
El alfa supremo, Ethan, sorprendió a todos al comprar una vasta extensión de tierra al gobierno escocés, siendo este un territorio tan majestuoso como salvaje, y lo entregó a Elyria. No como un regalo de padre, sino como un reconocimiento de igual a igual.
Aquel acto no respondía al amor familiar, sino al respeto profundo por la loba que ella se había convertido. Porque aunque Elyria era la luna de Gregor, su compañera destinada, también era un alfa por derecho prop