Elyria alzó la vista justo a tiempo para verlo correr. Agradeció internamente, porque sabía que en ese momento no tenía fuerzas para detenerlo si decidía atacar otra vez.
Estaba exhausta, destrozada emocionalmente. Pero por ahora… Gregor seguía vivo.
Y eso, por un instante fugaz, fue suficiente.
Ella solo fue consciente hasta que su cuerpo se desplomó sobre el de Gregor. El contacto con su calor la ancló unos segundos a la realidad, pero su vista pronto se nubló, como si una cortina de sombra le cayera sobre los ojos. No supo cuánto tiempo estuvo así, sumida en la oscuridad del desmayo, hasta que el mundo volvió lentamente a tomar forma.
Lo primero que sintió fue un roce suave y cálido, en la frente.
—Gracias por salvarme —murmuró Gregor, con una sonrisa leve.
Elyria abrió los ojos con dificultad, notando que ya estaban en su habitación, y al ver el rostro de su amado tan cerca, no pudo evitar sonreír también.
Se incorporó despacio, con un leve temblor, y sin pensarlo, acomodó su r