42- No eres mi alfa.

Elyria lo observaba en silencio, con el corazón en vilo, pero sin moverse de su lado.

Pues presentía que él estaba a punto de arder… y que ella sería el único ancla que podía evitar que se consumiera.

Elyria no podía creer lo que estaba ocurriendo. ¿Cómo era posible? ¿Cómo una loba tan precavida, tan inteligente, como Lynn, podía haber caído en manos del enemigo? No tenía sentido. Nada tenía sentido.

Los lobos que Ewan había enviado a buscarla regresaron casi de inmediato, con los rostros tensos y la mirada baja. Uno de ellos se adelantó, tembloroso, y habló:

—Alfa... su madre… Lynn no volvió. Salió a correr anoche y no regresó. La loba que iba con ella… comentó que Lynn le pidió irse sola.

Un silencio gélido se apoderó de la sala. Gregor estaba de espaldas, con los puños cerrados.

Elyria podía ver cómo se tensaban sus hombros, cómo respiraba con dificultad. De pronto, sin previo aviso, giró y golpeó la pared detrás de él con el puño, haciendo retumbar toda la estructura.

—¡Maldita
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