capítulo 164- En el hospital.
El amanecer llegó envuelto en un silencio pesado. La nieve seguía cayendo, cubriendo los ventanales de la residencia con un velo blanco. Clara despertó lentamente, rodeada por el calor de las mantas, y lo primero que notó fue la rigidez de Mateo. Él no había dormido bien; sus ojos oscuros, enrojecidos, permanecían abiertos, fijos en algún punto invisible del techo.
—Amor… —murmuró Clara con voz suave—. ¿Dormiste algo?
Mateo desvió la mirada, como si quisiera evitarla, y apenas asintió. Ella supo que era mentira. Lo conocía demasiado bien para no darse cuenta.
Mykola apareció en la puerta poco después, acompañado de uno de sus hombres y del traductor. Su porte imponente llenaba la habitación, pero su voz fue calma cuando, a través del traductor, explicó:
—Es hora de prepararse. La clínica ya está lista para recibirlos.
Clara sintió un escalofrío, aunque no era por el frío. Sabía lo que significaba ese día para Mateo: enfrentarse al hombre que había marcado su vida con heridas