El bufete se preparaba para una de las semanas más intensas de su historia. El proyecto del Puerto de Costa Verde no solo era una licitación millonaria; era la oportunidad de posicionar a la firma a nivel internacional. Arquitectos y ingenieros trabajaban a toda máquina, ajustando planos, corrigiendo simulaciones, revisando cálculos de estructuras y afinando cada detalle estético.
El ambiente era exigente, sí, pero también vibrante: se respiraba ambición, energía y un deseo colectivo de brillar.
Lo que nadie imaginaba era que, en paralelo, las paredes del bufete comenzaban a agrietarse desde adentro.
En una oficina oscura, lejos de los pasillos luminosos del bufete, Facundo Ramírez revisaba en su laptop los archivos que Valeria le había entregado. La mujer había cumplido con su parte: toda la documentación del proyecto estaba organizada, empaquetada, lista para ser explotada.
Planos de planta, renders en alta definición, cálculos de costos, análisis de impacto ambiental, simul