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Conociendo al padre de mi novia p2

Esto era una comedia del terror, estaba en medio de dos titanes, cada uno escudriñándose con la mirada y yo en el medio como mero espectador. Después de que la señorita “mi papá te va a matar” nos regañó a los dos no puedo más que callarme frente a lo que ha dicho Hanny, es que de verdad esta mujer era de temer, sus ojos estaban oscuros como la noche y su sonrisa era más una mueca diabólica que otra cosa. Definitivamente, esto no estaba nada de bien.

Alzo mis manos en son de rendición y veo como mi suegrito se está aguantando la risa, de verdad que en este momento no entendía a ninguno de los dos.

—Mira papá, lo nuestro con Benedict—aquí viene el golpe—nació de la nada —¿Qué?—, fue algo tan bonito y fuerte que supe de inmediato que él era el hombre destinado para mí—venga que no somos lobos—. Es atento, inteligente, buen compañero, un muy buen instructor que no hace distinción entre nosotros, cómo será que aunque sea su pareja no me privilegia. Es más, me exige mucho más que a los demás para ser cada día mejor.

Toma mi mano y comienza a hacer círculos con su pulgar en mi palma, dios mío es que lo veo y no lo creo, más cuando nos da una sonrisa verdaderamente sincera a ambos, su semblante ahora es calmado y dulce que hace que mi corazón lata a mil por hora.

¡Le está diciendo a su papá que soy el hombre de su vida!

—Pero ¿no crees que es demasiado apresurado, no llevas ni seis meses en ese lugar y ya tienes novio?

—Papi, en el amor no hay momento ni lugar, solo sucede y quién más que tú para entendernos—estira su mano hacia su padre para que este la tome y ahora nos tiene a los dos babeando como estúpidos por ella—. Si le he dado una oportunidad a Ben es porque creo que se la merece y estoy dispuesta a jugármela por él, por nosotros.

Esa frase va más para mí que para su padre, lo sé porque me está mirando directamente a los ojos y creo que yo estoy rojo como tomate maduro por su declaración, por lo que me atrevo a hablar.

—Te quiero, mi niña mimada…

¿Qué acabo de decir?

—Yo también, mi señor pesadilla.

¿Cómo me acaba de llamar?

—Aww, si no fuera tu padre no me convencerías tan fácilmente, pero veo que no puedo hacer mucho para impedirles seguir con esto, aunque siga creyendo que es una locura.

Esto es una broma ¿no?

—Papi.

—Mi princesita.

Hanny se levanta de su silla y suelta mi mano para abalanzarse a los brazos de su padre y llenarlo de besos, para luego mirarme fijamente y guiñarme un ojo. Sinceramente debo estar muerto o en otra dimensión porque ni yo me creo lo que está pasando en estos momentos.

¿Será que ella estaba mintiendo?

—Ahora que te hemos contado la verdad, necesito saber algo.

—Dime, princesa.

—¿Cómo mierdas nos encontraste?—y ha vuelto la fiera.

—Bueno… yo… este…

—Deja de balbucear, Bruno Cicarelli y dímelo ya.

—Fue por tu pulsera.

—¿Qué? ¿Esta? —mueve una pequeña pulsera de dijes que tiene en su muñeca izquierda u mi suegro asiente como niño chiquito— ¿La que me regaló el abuelo Adam?

—Si, tesoro y lo siento mucho, pero me preocupé cuando fui por ti a la academia y no te encontré.

—¿Qué fuiste dónde?

—¿Qué fue a la academia?

A ambos se nos abren los ojos como platos, creo que los dos estamos pensando en lo mismo ¿Será que hizo el mismo escándalo que aquí? ¡Mierda! De solo pensarlo se me erizó la piel.

—Pues claro, si mi hija dice que se iba a quedar ahí, yo como su padre amoroso, le creo. Confío en ella y le hice caso a Nath que me dijo que te diera la sorpresa, pero Oh sorpresa la que me llevé yo, mi hija nos había mentido, era necesario hacerlo ¿me entiendes? Pues está bien que le mientas a tu mamá, pero ¿a mí, a tu alcahueta oficial, Hanny? Hija, jamás me habías escondido algo y era lógico que debería buscar la verdad.

—Como el cotilla que eres papá —le dice y mi suegro la mira molesto—, pero todavía no entiendo ¿La pulsera? —sigue mirándola y creo que aun no entiende como esa pequeña joya puede ser la forma en que la tengan vigilada, yo sí pues conozco de esos dispositivos, Daniel tiene uno. Hanny sigue con el celo fruncido, pero su padre trata de calmarla o por lo menos lo intenta.

—Cada uno de nosotros tiene un dispositivo de rastreo, ustedes los más jóvenes no lo saben, pero cuándo Blue quedó embarazada de los mellizos Adam fue secuestrado y gracias al dispositivo que llevaba en su reloj lo pudimos ubicar y no sé si te acuerdas de cuando Alma tuvo ese problema con la loca de Gala, creo que eras demasiado pequeña para entenderlo.

—O sea que más que un regalito por mis quince es una forma de mantenernos vigilados.

—¡¿Qué?! ¡No! De hecho tu dispositivo al igual que el de los chicos está en modo sueño, tuve que intimidar a Jack con nuestra salida a Chicago para que lo activara. Solo, solo si hay una emergencia se utilizan—dice un tanto apenado.

—Ya veo, pero puede que nosotros nos los quitemos y…

—Pero no lo hiciste. Adam es un viejo zorro y el mismo diseña cada uno de los dispositivos ¿o crees que el que tenga un pendiente de pastel es por puro azar?

—Ya veo, pero de verdad que me molesta que no nos hayan dicho.

—No se había dado la oportunidad de hacerlo, pues no lo necesitamos usar. Salvo ahora.

—Entiendo.

Literalmente, estos dos me habían sacado de su conversación y estaba mirando como un estúpido espectador su trato. El señor Cicarelli es tan amoroso, cada vez que puede le hace pequeños cariñitos en su mano o en la mejilla y ella se deja querer. Su relación es hermosa, se nota la preocupación entre ambos y el amor les sale hasta por los poros.

—Oye proyecto de Robocop ¿Cuáles son tus intenciones con mi princesa?

—¿Perdón? —Hanny, revira los ojos, apoya sus codos en la mesa y coloca su cara sobre ambas manos.

—Esa es una muy buena pregunta, mi querido Watson. Me encantaría saber lo que va a decir ¿Robocop? A todo esto ¿Quién es ese, papá?

Su padre suelta una sonora carcajada y yo aun estoy tratando de procesar en mi cerebro lo que me acaba de preguntar.

—Robocop es una película de los ochentas, donde un policía sufría un accidente y lo transformaban en Ciborg.

—¿La conoces?

—Por supuesto, señor Cicarelli, era una de las películas que más le gustaba a mi hermano Daniel.

Cuando iba a hablando mi voz iba bajando en intensidad. La rabia y la pena me empezaba a dominar, pero la mano de mi novia me devolvió donde tenía que estar.

—Lo siento, no pensé que te podía importunar, pero en nuestra familia tenemos la maldita costumbre de usar apodos.

—No se preocupe, señor Cicarelli, no me ha molestado, de hecho es bueno recordar a veces las cosas buenas de la vida y lo del apodo Es lo de menos.

— En eso estamos de acuerdo, Benedict, pero aún no has respondido a mi pregunta.

—Señor Cicarelli, como bien usted lo ha dicho recién estamos empezando con Hanny, pero si quiere saber mis intenciones estas son sinceras, yo quiero mucho a su hija y si está en mí hacerla feliz estoy dispuesto a intentarlo.

Veo de reojo a Hanny y sé que está sorprendida por mis palabras, pero fue lo que se me ocurrió en este momento. Puede que no esté enamorado, pero la conexión que hay entre ambos y eso que casi pasó en mi baño me hacen preguntar ¿Y si lo intentamos?

El señor Cicarelli, mira dudoso y creo que no nos cree nada de lo que hemos dicho, pero por esos azares de la vida su teléfono suena.

—Permítanme un momento, es del hospital.

—Si, claro papi. Ve tranquilo.

Lo vemos levantarse y caminar unos pasos hasta el ventanal para contestar la llamada.

—Mierda, Ben ¿Qué fue eso de mis intenciones son buenas? ¿De dónde sacaste esas frases? ¿Del libro como convencer al padre de la novia y no morir en el intento?

—¿Y qué querías que le dijera? No he mentido como lo has hecho tú, por lo menos tú ya sabes lo que yo quiero y te puedo ofrecer, pero yo.

—¿Pero tú qué?

—Chicos, necesito volver al hospital, hubo una emergencia.

—Papá, pero si ya estabas libre—le dice con fingido pesar.

—Lo sé, cariño, pero es Joshua. Tuvo una recaída.

—¿Joshua?

Esa es la misma pregunta que me estoy haciendo yo ¿Quién es Joshua y por qué Hanny se ha puesto pálida?

—Si cariño, creo que deberemos adelantar su cirugía.

—Te acompaño.

¿Qué? ¿Se va a ir y me va a dejar por ese tal Joshua?

—Hanny, recuerda lo que debemos hacer antes y…

—Eso puede esperar, Ben. Vete a la academia y nos vemos allá en la noche.

Ambos comienzan a tomar sus cosas y mi suegro pide la cuenta, pero ¿yo estaba dispuesto a dejarla ir para que fuera directo a los brazos de ese tal Joshua?

—Saben qué, los veo a los dos muy nerviosos, mejor yo manejo hacia el hospital.

—No te preocupes, Robocop, he manejado en peores condiciones.

—No es problema, además estamos en descanso por las fiestas.

—Andy, la cuenta por favor.

No sé que me está pasando con Hanny, pero necesito averiguarlo ya. Además, era claro que había eliminado al escollo Scott, pero necesito saber quién es ese tal Joshua para ella.

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