¿Dónde m****a está mi hija?
Por Bruno Cicarelli.
Los años han pasado y cada día me siento más maduro y completo. Tengo a una hermosa esposa, dos hijos maravillosos, amigos entrañables y una seguridad económica y laboral envidiable.
¿Qué más le podría pedir a la vida?
Nietecitos, por ejemplo…
Ja, conciencia, para que tenga nietos Brunito debe ser adulto y mi Hanny, estar en edad fértil y…
Los años te frieron el cerebro, Cicarelli. Hanny ya no es una nenita, es toda una mujer y ya está lo suficientemente grandecita para darte un nietecito…
—¿Amor, estás listo?— mi diosa de ébano me saca de esta absurda conversación conmigo mismo y me mira con esos ojazos que diosito le dio para ponerme cachondo de una.
No busques otro hijo, serás un papabuelo, en vez de un papucho, se te están pasando los añitos, Brunito…
—¡Ya, cállate!
—Bruno Cicarelli ¿Qué m****a te pasa?
—Perdón, mi diosa es que estaba pensando en nuestra hija, ya sabes como me ponen las fiestas y este ha sido el mayor tiempo que hemos estado separados de mi Hanny.
—Ay amor, con nuestro trabajo siempre hemos estado un tanto ausentes con los chicos, no pensé que te costara tanto separarte de Hanny.
—Es mi princesita, jamás voy a olvidar el día en que la conocí, nuestra conexión fue demasiado especial y lo sabes. A propósito, ¿A qué hora llegará mi princesita?
—No vendrá este fin de semana.
—¡¿Qué?!—te lo dije— ¿Cómo que nuestra hija no viene? Ya haces de dos meses que no la vemos y estamos a nada de navidad, se suponía que iríamos juntos a comprar los regalos y… y tomar chocolate caliente y asar malvaviscos y…
—Amor, pensé que ella te había dicho que no llegaría hasta después de navidad, los exámenes la tienen un tanto nerviosa y por eso decidió quedarse unos días más para poder organizarlo todo.
—No me dijo absolutamente nada—reclamo un tanto molesto, ¡Es que esa no es mi niña!
—Pues será el próximo año. Ya ves, amor. Los hijos crecen y se hacen adultos y nosotros nos quedamos solos en casa.
¿Qué? No, no, no, no y no. Yo no dejaría que mi princesa nos deje con el nido vacío, ya le había soportado tener que aceptar que fuera a la academia de policía, pero basta. Esos uniformados no me quitarán a mi bebita.
—Entoces, Cicarelli ¿Nos podemos ir?
—Vete antes amor, aún debo ver a Joshua, está un tanto nervioso por su operación.
—Me encanta cuando te pones modo trabajólico y no metiche, amorcito. Te ves tan sexi.
—Vete antes que te tome aquí mismo.
Mi hermosa diosa de ébano me planta un beso de esos que te dejan sin aliento y con la carpa de circo armada y se larga de mi consulta riendo como loca con un “te espero en casa, cariño” que me hace replantearme el hecho de seguir aquí, pero el deber me llamaba.
Me puse la bata y agarré mi fonendo para salir de ahí y eliminar esos pensamientos lujuriosos de lo que le haría esta noche a mi mujer.
Y de lo que pasa con tu hija adorada por lo que veo…
Seguí mi camino por los pasillos del hospital hasta llegar al ala infantil de cardiología, ahí se encontraba mi amigo Nath junto a nuestra nueva adquisición el flamante enfermero en jefe discutiendo algunos procedimientos.
—Por fin llegaste, ya creía que Hannah te iba a convencer.
—Estuvo a un tris de hacerlo, pero quiero dejar todo listo para la operación de Joshua.
—Me parece, vamos entonces a verlo.
Entramos a la sala común y como si fuese un flashback de lo pasado hace años atrás veo al pequeño en la misma cama frente al ventanal mirando a las personas que deben de estar en el jardín del hospital.
—Hola peque ¿Cómo te sientes hoy?
—Hola doc. Aquí estamos—me saluda con su carita llena de ilusión y nuevamente sus ojitos me recuerdan a mi Hanny.
—Sabes que ya estamos a nada de tu operación ¿no?
—Sip, la doctora Vannah vino a hablar conmigo y estoy super emocionado, pero también tengo un poco de susto.
—Todo irá bien, campeón. Estás en las mejores manos—le dice Nath tratando de apaciguar sus miedos.
—Así, es peque, ya verás que todo saldrá bien y podrás jugar y correr como todos.
—Gracias a los dos por hacer esto por mí.
Terminamos de revisar a Joshua y como aún estaba un tanto molesto por la situación con Hanny, que me decidí a contarle a Nath.
—Si no fuera porque eres tú, juraría que te ha llegado el viejazo, amigo.
—No es eso, es que ¡Dios! Mi hija se ha ido del nido y ahora será policía ¿Tú sabes los riesgos que puede pasar?
—Los mismos que todos hemos pasado, amigo. Ambos hemos estado en ese lugar, Bruno y no teníamos una placa, hemos hecho cosas al filo de la ley, pero por un bien mejor ¿Se te olvida quién es tu hermano? O los lazos que nos unen con Italia.
Nuestra vida y lasñ de nuestros hijos siempre estará en una constante incertidumbre, pero es lo que nos tocó vivir y lo aceptamos. Es más, creo que Hanny donde está es el mejor lugar para resguardarla.
—No lo sé, solo sé que extraño a mi pequeña.
—¿Y por qué no la vas a ver? Le das la sorpresa y te sacas ese mal sabor de boca.
—Tienes toda la razón. ¡Eres un genio, Malory!
Salgo de la cafetería, con aires renovados y no escucho ni m****a de lo que me dice mi amigo, salvo el “suerte”. Voy a mi consulta, dejo mis cosas, tomo mi celular y las llaves de mi auto y enfilo mi rumbo hacia la academia de policía.
Al llegar, entro en la recepción y una amable oficial me saluda, no sin antes mirarme de pies a cabeza.
—Buenas tardes, ¿En qué le puedo ayudar?
¿Se mordió el labio después de decir eso? ¿Qué les enseñan aquí a estas niñitas? Vamos que yo me cuido y tengo mis atributos, pero esos son solo para mi diosa de ébano. Frunzo el ceño y me pongo serio, esa niñata debe tener un poco más que mi hija. Así que en el mejor tono de papá que puedo hacer le saludo.
—Buenas tardes, estoy buscando a mi hija, la recluta Hannah Cicarelli.
—Déjeme ver si se encuentra, la mayoría de los reclutas se fue temprano para pasar estos días con su familia.
La muchacha toma el teléfono y hace una llamada, la veo que frunce el ceño y muerde el lápiz que tiene en la boca, luego asiente y niega con la cabeza.
Si será, nadie la está viendo ¿Dónde mierdas dejé que viniera a meterse mi hija?
Después de unas cuantas frases más, cuelga el teléfono y me mira apenada.
—Lo siento, señor Cicarelli, pero la recluta… su hija se ha ido temprano esta mañana.
—¿Qué?
—Eso me acaba de decir el instructor Davis, señor.
—Pero ¿a dónde se fue?
—Esa información no me la dieron, señor.
Salgo del lugar hecho una furia, esto no podía ser cierto ¿Mi hija nos había mentido? Bueno, a su madre, no a mí, pero era peor porque a mí ¡Ni siquiera me lo dijo!
Estoy que hecho humo por la cabeza, así que me decido a hacer algo que jamás en mi vida pensé que tendría que hacer.
—Necesito que ubiques a mi hija.
—Hola, hermano ¿Cómo estás? Yo muy bien ¿Los niños? Excelente, cada día más insoportables, pero eso tu ya lo sabes.
—¡Déjate de pavadas y haz lo que te acabo de pedir, Jack. Necesito que actives la bendita pulsera que le regaló Adam a los quince!
—¿Estás seguro?
—Si no quieres que le diga a Mary de esa borrachera en Chicago, harás lo que te estoy pidiendo sin chistar.
—¡Hijo de la gran puta!
—Ya lo sé, así que muévete Reynolds, necesito saber dónde, con quién y qué m****a está haciendo mi hija.
------------------------------