La cara de mi papá todavía era indescifrable para mí, sé que no se cree ni la mitad de lo que le contamos en la cafetería, ¿Cómo lo sé? porue sus lágrimas de cocodrilo lo delatan, está dolido y lo entiendo, él es mi mejor amigo en la vida y le oculté esto, pero la necesidad de volver al hospital y ver a su pequeño paciente era mayor que sacarle los ojos al señor pesadilla y seguir restregándome en la cara mi traición.
Raya para la suma, había logrado sacar algunas cosas en limpio y la más importante es que le gustaba al señor pesadilla más de lo que dice su boquita—grititos internos— . Sus gestos y lo tenso que se pone cada vez que tomo su mano lo delatan. Y por otro lado, mi papá se había enterado por los dos de nuestro supesto noviazgo, definitivamente eso podría ayudar a Ben en su cruzada y yo manteenerme tranquila porque ahora sí que deberíamos contárselo a la familia.
Elemental, mi querida Sherlock.
¡Apareciste!
Si serás. Te lo he dicho, jamás me he ido, solo es que se te ocurre la genial idea de bajar el volumen o de dejarme en pausa.
Pues deberías quedarte así más seguido.
Eres mala y cruel, Teresa…
—Hanny… hey ¡Hanny! —la mano de mi papá pasa por delante de mis ojos y me desvía de mi pelea campal con mi conciencia.
Fiuf, me salvé.
Por poco tiempo, ya me vas a escuchar...
¡Pero si yo soy tu conciencia!
Cierro la comunicación o le bajo el volumen como dice ella y me fijo en papá ¿Qué m****a me estaría diciendo?
—Disculpa, papi. No te estaba prestando atención—En la verdad están las mejores pruebas o algo así era, le preguntaré a Thomas.
—No era yo el que te hablaba, sino Robocop..
—¿Eh?
Los colores se me suben a la cabeza y miro como el señor pesadillas se está mordiendo el interior de su mejilla, ¡Auch! Eso debe doler. Lo peor es que sé el por qué de esa cara de limón agrio, no lo estaba tomando en cuenta.
—¿Qué me decías, Ben?
—Te preguntaba si querías que fuera por tus cosas a la academia y después te llevo a tu casa.
—No lo creo necesario, primero veamos a Joshua y luego vemos ¿Te parece?
Él solo asiente y noto que nuevamente frunce el ceño ¿Qué estará pasando por esa cabecita loca en este momento? Más de alguna de sus teorías locas debe ser porque tiene esa cara de pocos amigos que coloca cuando algo no le gusta, aunque puede que sea porque no lo tomé en cuenta. Este es otro sujeto de estudio que aún no logro conocer por más que lo intente.
Saco ese pensamiento loco de mi cabecita. Es que no sé lo que pasaba con el tráfico o con Ben, pero un trayecto que era corto se sintió que el tiempo transcurría lento como paso de tortuga, para cuando llegamos al Hospital sentí que, después de una tonelada de siglos, volvía a mi hogar. Aquí había pasado los primeros años de mi vida, como muchos de aquellos que entraban y salían este momento por la puerta del gran vestíbulo del “General de Nueva York”.
Mi papá le indicó a Ben dónde estacionar y sin que terminara de apagar el motor se bajó corriendo del auto.
—Ese es mi héroe —dije sonriendo, amaba tanto a mi papá que no me avergonzaba que me tratara aún como su pequeña y me bajé del auto, aunque sí esperé que Ben detuviera el motor.
—Hanny… Hanny ¿Puedes esperar?
—Perdona, es que necesito ver que pasa con Joshua.
—Tu no eres la médico, tu padre ya salió corriendo y él si lo es.
—Tengo claro que mi papá es el médico, Ben. En eso no hay discusión, pero Joshua…
—Joshua ¿Qué?
—Tú no lo entiendes.
—Pues si me lo explicas lo entiendo.
Y ahí me salía don pesadilla hinchándome los ovarios porque necesita obtener respuesta cuando él quiere y como él quiere. Resoplé frustrada y no lo maté porque justo en ese momento escuché la voz de alguien que me salvará de este señor por unos momentos.
—Hannah María del perpetuo cosorro.
—Melania Fulgencia de la santísima cachucha.
—¡Amiga!
Esa loca venía con un yeso en su pierna y un cabestrillo en su brazo?, pero lo más divertido de verla fue que aunque se acerca con una muleta bajo el otro brazo la muy loca descabellada corre hacia mí.
—Inconsiderada, no viniste a verme cuando estuve hospitalizada.
—Perdón, perdón, no era mi intención, pero estuve en exámenes y con algunas complicaciones en la academia.
—¿Y quién es este?—dice indicando a Ben, la muy inconsiderada ella, como si fuera un muñequito de un escaparate.
—Bueno, él es mi.
—Su novio—y la puta que lo parió ¿Cómo se le ocurre decirle eso a mi mejor amiga?—, Benedict Henderson. Es un gusto señorita.
—¿Novio? ¡N O V I O, HANNY!
—Mel, respira. Tengo que contarte algo ¿Te acuerdas cuándo te pedí ayuda hace unos días para eso de la cena con mi instructor y su familia?
—¿Ella lo sabe?
—Ah…—Mel cae en lo que le acabo de decir y Ben me mira con ganas de asesinarme, pero que conste que yo le dije que necesitaba ayuda. Además, ¿quién sino Mel o cualquiera de las hermanas Scott me ayudaría con la ropa?
—¿Acabas de decir que ella lo sabe todo?
—Ben, si dejas de poner esa cara te lo explico.
—¿Perdón? ¿Así de mandón eres en la vida real o solo lo haces porque es mi amiga? Mira que te tengo varias en la lista y…
—¡Mel! Deja de hablar tonterías y mejor entremos, estamos haciendo un escándalo aquí.
—No sería la primera vez.
—¡Mel!
—Ya, está bien, además tengo que entrar para ver a ese idiota de Powell.
—¿También Adrian está aquí?
—¿Adrien? No entiendo.
—Ya lo verás, señor P. Venga ya entremos.
Mi amiga, a la que quiero hacer picadillo en este momento, toma del brazo a Ben y me entrega su muleta para llevarlo dentro del vestíbulo. Yo me quedo mirando la escena, porque de verdad que es divertida como se mueve usándolo de muleta y suelto una risita que muere en mi boca cuando ella me llama para seguirlos.
En el vestíbulo varios nos saludan como siempre ha sido, no por nada estamos con la hija de uno de los dueños y hermana del director y con la hija del jefe de cirugía cardiotorácica. Ambas saludamos con asentimientos y uno que otro hola a los más conocidos hasta que llegamos a los ascensores.
—Mel, antes de que vayamos con Adrien ¿podemos ir a ver a Joshua?
—¿Joshua? ¿qué pasa con él?
—Papá tuvo que venir porque se desestabilizó.
—¿Cómo que Bruno? ¿Qué? ¿Se enteró de la farsa?
—¡Baja la voz, Scott! Ya te contaré lo que pasó con papá —miro su muñeca y noto que también anda con su pulsera, cuanta razón tenía papá al decir que el abuelo Adam nos conocía, desde que él nos las regaló al parecer ninguna se la ha quita.
—Está bien, señorita quejumbrosa, vamos primero a ver a Joshua, pero después me acompañan a ver a ese incordio.
—Hecho.
Los tres nos subimos al ascensor y marcamos el piso donde se encuentra el pequeño. Otro lugar que me traía buenos y malos recuerdos de lo que había vivido en este lugar, volví a sonreír y me mentalicé para que todo el mundo nos saludara, por algo era mi casa y pasé varios años metida aquí y sobre todo en ese lugar.
Como íbamos los tres solos aproveché de poner en alerta a Mel y decirle que papá creía que Ben era mi novio, que por favor no dijera nada estúpido y que luego le haría un breve resumen de los hechos. Ella asintió a todo y Ben, bueno él solo nos mira negando a cada momento lo que estamos hablando con tanta naturalidad.
—Diez cuatro mi dulce de tiramisú, prometo comportarme como la mejor cuñada de mi bastón personal.
—¿Eh?—ahora si que se iba a armar.
—Mírate, tienes el porte y la elegancia para ser mi bastón por hoy, hasta me podrías ayudar con algo para guardarles el secreto.
—No quiero repetir tu nombre, Mérida.
—Ya, perdón. Es que es demasiado entretenido todo esto.
—Habla la reina de la diversión.
—Por lo mismo, debo aprovecharlo.
—A veces no sé por qué te quiero tanto.
—Será porque soy tu mejor amiga ¿no?
—Creo que las dos están locas.
—Eso no es novedad, bastoncito, ya estamos diagnosticadas y en fase terminal, así que te las bancas.
Las puertas del ascensor se abrieron y nos encontramos con el ajetreo típico de la sala infantil, las enfermeras yendo de un lado a otro y los residentes anotando las indicaciones en las tabletas. Caminamos por el pasillo hasta llegar a la isla de enfermería y saludamos a Jenny, la enfermera de turno.
—Chicas, que gusto verlas por aquí.
—Hola preciosa, mucho tiempo sin verte.
—Eso te pasa por estar encerrada estudiando.
—Pronto lo harás tú, inconsiderada.
—Lo sé y me extrañarán.
—De eso no cabe duda—nos responde Jenny —, pero ¿qué las trae por aquí?
—Papá, está con Joshua.
—Ah, sí. Lo acaban de trasladar a la UCI pediátrica, vayan por, ash, para qué les digo si ustedes ya saben dónde es.
—Gracias, preciosa. Después nos ponemos al día con los chismes del hospital.
—Pero si van a ver al jefe, definitivamente ustedes sabrán primero que yo los chismes.
Las tres nos reímos por el comentario de Jenny, aunque el señor pesadilla seguía con el ceño más que fruncido, parecía como si tuviera estreñimiento.
Capaz y termine hospitalizado…
¡Silencio!
Yo nomás decía…
Cuando caminamos hacia la UCI, noto que Ben comienza a dar pasos más cortos, al principio pensé que era por ayudar a Mel, pero veo que no es eso.
—Ben, ¿Estás bien?
—Sí, claro lo estoy.
—No te molesta servirme de bastón.
—Para nada, es solo que…
—¡Verdad! Tú también estuviste aquí.
Digo y su semblante se pone más pálido de lo que ya estaba, lo veo detenerse completamente y apoyarse de la pared, ambas con Mel nos quedamos pegadas viéndolo hasta que lo vemos bajar lentamente y caer al suelo.
—¡Ben!
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