41. ¿Que si estoy bien?
Si en la vida las personas le temían a las bombas nucleares, yo parecía ser la peor pesadilla de Brian en esos momentos.
—Laurent, ¿estás bien?
Se acercó con lentitud hacia mí, con la misma cautela que se usa para acercarse a un animal que puede atacar a la mínima muestra de hostilidad. Di un paso hacia atrás; tenía una ira que podría competir con un volcán haciendo erupción.
—¿Que si estoy bien? ¡¿Que si estoy bien?! —grité con rabia.
Se acercó con la misma cautela que tuvo cuando su hermano Richard se rompió una pierna estando con una de las chicas de Gerencia hace dos años. Tragó en seco intentando tragar la piedra invisible.
—Laurent, estás muy empapada. ¿Qué te pasó? —preguntó desconcertado—. Ven, vamos a quitarte esa ropa para que no te enfermes.
—¿Enfermarme? ¡¿Enfermarme?! —rugí, lanzando una carcajada que me hizo temblar por el frío de la oficina y por la ira—. No me digas —reí con un sarcasmo helado—. Si no me hubieras dicho que mojarse bajo la lluvia podía enfermarme, no lo