113. No arriesgues a su familia 
A pesar de que el día anterior todo había sido un caos, quería aparentar que todo era normal —al menos para Edward—. Reía de manera alegre mientras hablábamos en el auto sobre qué dinosaurio sería más probable de “comerse” una pizza en estos días. Intentaba entenderlo todo lo más que podía: desde a Brian, que se negaba a ceder, hasta a mi hijo, que no entendía nada. Todo eso había generado fricción, sobre todo porque aún no podíamos comunicarnos con Leonard. En mi cabeza solo pasó una cosa: que había huido… pero… ¿a dónde? ¿por qué?
A mi lado había dos hombres que Brian me había puesto y otro que se pegaba como sombra a nuestro pequeño. El aire se sentía más espeso de lo normal. Edward saltaba entre las divisiones de la acera mientras reía; según él, estaba muy emocionado de ir a la escuela. En el momento en que íbamos a cruzar tomé su mano; al llegar a la escuela solo lo despedí con un beso, ese beso que dice que eres su todo. Tras despedirnos lo vi correr hacia la entrada. Le sonreí,