100. La falsedad arruina
Juan Pablo no hace ningún movimiento cuando entra a la oficina. El único impresionado es Silvestre detrás de él, con los labios y ojos abiertos. Esmeralda no puede palidecer más porque el pálido ahora es Ismael, cubierto de impresión. Esmeralda se pone de pie arreglando su atuendo.
—J-juan Pablo —balbucea. ¡Esto tiene que ser una broma!—. ¿Qué haces aquí?
—Asegurándome que mis sospechas no eran falsas...—Juan Pablo se arregla su corbata. Ni siquiera parece resentido o malhumorado, simplemente indiferente. Da un paso hacia adelante mientras Ismael se arregla también el traje—, qué bajo caíste, Ismael.
—¿Qué carajos haces aquí? ¿En mi oficina? ¡Largo!
—No creo que sea la mejor opción —Silvestre interrumpe, alzando la palma—. Vinimos a hablar, Ismael. Por el bien de la empresa y el legado de Camilo. Porque está situación es seria.
—¿Ah sí? No me digas —Ismael escupe colocando la mirada en su hermano, quien entrecierra los ojos ya en él—. No tienes nada qué hacer aquí-
—Todo éste ti