Capítulo 58: El estudio de Rubén.
— Veo que ya estás lista. El señor Rubén desea verla — anuncia la señora, esperándola en la puerta.
El silencio de los pasillos era sofocante. Cada paso de Elena resonaba como un eco de cadenas invisibles. Iba impecablemente limpia, con un vestido negro sencillo que resaltaba la palidez de su piel, su cabello aún húmedo cayendo en ondas desordenadas sobre los hombros. Había comido algo, había descansado, pero la sensación era la misma; no era libre.
Dos hombres la escoltaban hacia una gran puerta doble de madera oscura. El aire olía a cuero, humo y libros viejos. Cuando las puertas se abrieron, Elena se encontró frente a un estudio imponente; estanterías repletas de volúmenes encuadernados, una alfombra persa que apagaba los pasos, y, al fondo, Rubén de pie frente a un gran retrato antiguo.
Era un cuadro de una niña pequeña, recién nacida junto a una mujer de porte elegante, vestida de blanco. La pincelada tenía un dejo melancólico; ambas parecían sonreír, pero los ojos de la mujer tr