Capítulo 99: Un miedo paralizante.
La noche no tenía luz suficiente para contener la furia de Alexander. El aire estaba espeso, denso, como si algo en el universo entendiera que lo que estaba a punto de ocurrir no tendría vuelta atrás. Con el rostro aún marcado por golpes que ardían como brasas, cruzó el extenso camino que llevaba a la mansión Lothus. Iba solo. Caminar así, sin un arma visible, sin un ejército detrás… cualquiera pensaría que era una locura suicida.
Pero la locura tenía nombre esa noche.
Y se llamaba Elena.
Aunque el resto —Rubén, Oliver, Héctor y los demás— se habían mostrado reacios a dejarlo avanzar solo, terminaron interviniendo desde las sombras, tomando posiciones discretas para generarle ventaja sin romper la ilusión de ese enfrentamiento personal que Alexander había decidido tener.
A su llegada, el guardia que custodió la entrada lo observó con una mezcla de desconcierto y miedo. Era evidente que no esperaba verlo con vida.
—¿Qué…? —alcanzó a decir, pero Alexander no le dio tiempo.
—Déjame pasar