—Randall, no puedo… ¡No puedo escapar toda la vida! —La voz de Paz temblaba, pero su decisión estaba tomada—. Además, no puedo hacerlo contigo…
—¡Paz, por favor! —la suplicante voz de Randall se rompió en la línea—. Yo te haré feliz, lo juro.
Ella cerró los ojos, sintiendo un nudo en la garganta.
Durante años, su vida había sido un torbellino de sacrificios y humillaciones. Ahora, estaba al borde de una decisión que no podía tomar a la ligera.
—Lo siento.
Y colgó.
El peso de esas dos palabras cayó sobre ella como un yunque.
Sabía que Randall la amaba, pero su corazón estaba roto, destrozado por el hombre al que alguna vez le dio todo.
El celular vibró en sus manos.
Con el ceño fruncido, vio la notificación. Era un mensaje del teléfono de Terry.
Con el pulso acelerado, lo abrió.
Su mundo se desplomó.
Era una foto.
Deborah tomaba a Terry de la mano mientras hablaba con el doctor.
“¿Lo ves? No importa lo que pase, Terrance siempre está conmigo. Incluso tú, estando convaleciente, no eres s