—Perdóname, papá.
Terry observó a Gabriel, viéndose reflejado en él, en su lucha por forjar su propio camino. Se sintió orgulloso. Esbozó una sonrisa y lo envolvió en un abrazo cálido y fuerte.
—Tonto —dijo con voz suave—. ¿Cómo puedes pensar que me decepcionarías? Eres mi hijo, Gabriel. No importa qué camino elijas, siempre te apoyaré, porque antes que cualquier título o empresa, lo más valioso para mí eres tú. Siempre lo has sido. Tú y tus hermanas son mis tesoros más preciados.
Gabriel sintió un nudo en la garganta. Apretó los ojos y hundió el rostro en el hombro de su padre, aferrándose a él con más fuerza.
—Papá… espero llegar a ser la mitad del hombre que eres. La mitad del padre que has sido para nosotros.
Terry rio con ternura y negó con la cabeza.
—No soy tan bueno, hijo. Pero tu madre me transformó en lo que soy. Y luego ustedes me hicieron mejor. Todo lo que soy, lo soy por el amor de mi familia.
Gabriel se separó un poco, pero sin soltarlo.
—Te quiero, papá. Y te prometo qu