—¿Realmente quieres volver con él? ¿Ahora que es un hombre libre? —su voz se rompió, llena de tristeza y resentimiento. La rabia comenzaba a brotar desde lo más profundo de su ser—. ¡Estás completamente fuera de ti si piensas que puedes escapar de mí! —Su furia explotó en un grito que quedó ahogado en un beso abrupto y feroz, sus labios chocaron con los de ella con tal intensidad que Mila apenas tuvo tiempo de reaccionar.
Intentó apartarse, sus manos se levantaron con fuerza, rechazando el contacto, pero Aldo no permitió que se alejara.
En un abrir y cerrar de ojos, sus labios fueron a buscar la suavidad de su cuello, y mientras lo hacía, la sensación de su virilidad contra el cuerpo de Mila la dejó sin aliento.
Él, imparable, se aferró a su cintura, atrayéndola hacia él, sus caricias se volvían cada vez más demandantes, más exigentes.
Ella se resistía, y lo hacía con toda su fuerza. Estaba furiosa, dolida por las palabras crueles de Aldo.
A pesar de la creciente presión, se movió, int