El sonido de los pasos sobre la tierra seca estaba ahogado por la densidad del aire. El bosque, en esa parte de la tierra de nadie, parecía más silencioso de lo normal, las hojas apenas se movían, como si el mismo viento temiera atravesar las ramas retorcidas. El camino principal quedaba lejos, los sonidos humanos no llegaban hasta allí; la selva era pura, aquel era el mundo de los lobos… y de muchas cosas más.
—Estamos lejos de la ciudad, pero las montañas están justo allí… Es el territorio de los cazadores —dijo Lyra, deteniéndose bruscamente al olfatear el viento—. No me gusta esto.
River, que caminaba unos pasos detrás, alzó la vista, observando los árboles alrededor. Incluso los animales estaban en silencio. El pelo de su nuca se erizó, denunciando el peligro.
—Es solo por hoy —respondió él en voz baja—. Mañana podemos subir al norte y evitar este territorio. El otro camino estaba tomado por renegados, ¿recuerdas?
Y era cierto. Más temprano habían tenido que desviarse para no ser