Porque en tres días, Lyra ya no tendría lugar.
Y ella… sería la única al lado del Alfa.
Finalmente tendría lo que siempre quiso: el título y el respeto de toda la manada.
Al girar en el pasillo, sin embargo, chocó con algo pequeño y frágil. Petra cayó al suelo con un golpe suave, las rodillas raspadas por el impacto.
—¡Mira por dónde andas, mocosa inútil! —vociferó Camilla, sin siquiera tenderle la mano.
Petra intentó levantarse rápido, pero estaba demasiado asustada para responder. Sus ojos muy abiertos se alzaron hasta encontrar el rostro de Camilla, y un escalofrío le recorrió la espalda.
Camilla, al reconocerla, sonrió con maldad. Se inclinó un poco, solo para que su crueldad quedara más cerca.
—Qué lástima por tu amiguita, ¿verdad? —susurró, venenosa—. Espero que los renegados hayan devorado a esa perra como se lo merecía. El alfa se unirá a una loba de verdad. Y cuando yo sea marcada, nadie volverá a atreverse a pronunciar el nombre de Lyra en este territorio. Será mejor que te