LEV
El calor de su cuerpo seguía presente en mis brazos cuando abrí los ojos. Durante un instante, me dejé engañar por la imagen: ella dormía tranquila, con la respiración lenta, la pierna vendada asomando por debajo de la sábana y su rostro relajado. Anya. Mi esposa. La mujer que había luchado por sobrevivir, que había sangrado en mis brazos, que ahora reposaba allí, confiada.
La besé en la frente, despacio. No se movió. La arropé un poco más, dejando la sábana sobre su hombro.
Ayer me dejé llevar un poco, estaba cegado, completamente cegado luego de que vi la información sobre el puto hámster.
Él y Nikita, me preguntaba cómo eran, si vivían juntos, si se amaban o si él la estaba buscando, si era él a quien ella llamó ese día en el hospital… o si la extrañaba.
¿La quería? ¿También la creía una traidora? ¿Qué pensaba de ella? ¿Qué había sentido al saber que estaba con vida?
Me hacía muchas preguntas respecto a ese hombre, porque quería saberlo todo, todo de él, sobre el hombre con el