La hora exacta marcaba las 03:00 cuando Vozdukh llegó a la entrada lateral del hospital. Iba vestido con una bata blanca, el rostro cubierto con mascarilla y una gorra médica. En los bolsillos llevaba guantes, bisturí, y un arma oculta en la parte interna del uniforme. Rozanov lo esperaba, nervioso, con el pase falso en la mano.
—No hay cámaras en este pasillo, pero sí en la entrada a la sala. Camina detrás de mí, sin hablar. No mires a nadie. No toques nada.
Vozdukh no respondió. Solo asintió. Caminó tras él como una sombra, sin emitir un sonido. Pasaron dos puertas, cruzaron un ascensor vacío y descendieron al nivel dos. La atmósfera era densa, fría, casi vacía. El hospital dormía en su superficie, pero aquí, bajo tierra, todo parecía latir con otra frecuencia.
Era una buena oportunidad, era la única que tendría, por muchos motivos, el doctor podía huir, dar parte a los demás o… simplemente se podrían dar cuenta de que él era un intruso, por eso su papel allí no solo era de reconoci