Como si, por fin, se cayera la venda.
—¿No estás escuchando? —dijo con un hilo de voz—. ¡Estoy destruido!
—¿Y qué? —respondió ella, sin una pizca de remordimiento—. ¿Acaso crees que la hijita de Ellyn no merecía sufrir? ¡Por favor! ¡Era perfecto! Tú, que creciste siendo sucio, maltratado, adoptado por dos extraños… eras la pieza perfecta. ¿Y sabes qué? Lo supe desde antes que nacieras. Desde que me di cuenta de que estaba embarazada. ¡Ahí mismo supe qué haría contigo!
Iker tragó saliva. El sudor le helaba la nuca.
—¿Qué… estás diciendo?
Samantha se recostó en la silla, como si contar una historia macabra fuera su forma de disfrutar el día.
—¿De verdad creíste que te di en adopción por amor? ¡Por piedad! No, no, mi niño... Te entregué a esos dos idiotas porque sabía que, tarde o temprano, la vida te llevaría de vuelta a mí. Y entonces te usaría como un veneno, como una maldición perfecta contra Ellyn.
Tú eras mi trampa. Y cayó Asha. Como debía pasar.
—¡¿Te escuchas?! —dijo Iker con lá