El silencio volvió, esta vez más denso, más oscuro.
Iker no podía respirar. Sus labios se movían, pero no salía sonido. Se arrastró hacia la carta como si fuera un sobreviviente entre escombros, y la abrió con dedos temblorosos.
Era una prueba médica.
Ahí estaba todo: la confirmación del embarazo, la fecha estimada… y al final, un resumen de urgencias: aborto espontáneo por presión arterial elevada causada por problema emocional severo.
La prueba del crimen que no pudo borrar.
Iker lloró.
Lloró como nunca en su vida.
Lloró hasta que las lágrimas se le secaron y solo quedó el dolor seco de la culpa en su garganta.
Lloró por el hijo que nunca conocería. Por la mujer que lo amó y que él destrozó.
Por todo lo que ya no se puede volver atrás.
***
Los días avanzaron, uno tras otro, como hojas muertas arrastradas por el viento
Un mes entero transcurrió, sin noticias, sin llamadas, sin sombras en la puerta. El silencio era una presencia más en su nuevo hogar.
Y aunque cada día se decía a sí m