Carmen Hernández es una joven sin hogar, ni familia, que trabaja como sirvienta de un hombre millonario desde hace muchos años. Bastián Hidalgo, un hombre frío, arrogante y déspota, conocido por su mal carácter y mala cara, con un lado apasionado que solo Carmen conoce, pues desde hace muchos años, Carmen y Bastián, son amantes. Carmen es feliz de estar con él hombre que ama y siempre amó, aunque sea bajo las sombras de un amor clandestino del que absolutamente nadie sabe. Pero repentinamente todo cambia cuando Carmen se entera de que Bastián, el amor de su vida, se casará en con otra mujer por un matrimonio arreglado por su madre. Y aunque Carmen sabía muy bien que eventualmente eso sucedería, igualmente el dolor de perder al hombre de su vida fue insoportable. Carmen no solo debía aceptar que su relación terminaba, sino que además, de ahora en adelante ella estaría condenada a ver todos los días a su amor conviviendo felizmente con otra mujer mientras ella le servía, pues seguiría siendo su empleada, pues ella no tenía a nadie con quién refugiarse, ni a dónde ir. Pero repentinamente llega una propuesta que la puede salvar del dolor que debe enfrentar, el sobrino de Bastián, Marcus, le hace una interesante propuesta a Carmen, ofreciéndole una salida a su suplicio: Un matrimonio por conveniencia. ¿Carmen de verdad será capaz de casarse con otro hombre por el que no siente nada?, y Bastián, siendo un hombre tan posesivo, ¿permitirá que su amante por años se case con su propio sobrino? Oscuros y peligrosos secretos serán revelados mientras ambos hombres luchan por su corazón…
Leer másYa casi no se movían por la pista, ambos se habían olvidado de bailar y se veían más concentrados uno en el otro.—¿Huir juntos? — Bastián arrugó el entrecejo. — Tú… ¿Harías eso por mí?—Sí, yo… Haría lo que fuera por ti… — Soltó Carmen, sonriéndole.La música se detuvo, todos aplaudieron y Bastián y Carmen fueron de nuevo consientes de que no estaban solos al mirar alrededor.—Ven conmigo…Ansioso y repentinamente mucho más serio, Bastián tomó la mano de Carmen con fuerza y se la llevó de la fiesta hacia un balcón alejado.—Carmen, cariño… ¿Te das cuenta de lo que me estás diciendo? ¿Estás segura de eso? Bastián seguía sosteniendo una de las manos de Carmen, mientras que con la otra mano, le acariciaba la mejilla con suavidad, viéndola a los ojos.Ella asintió, para luego, con su mano libre, sostener y presionar la mano de Bastián contra su mejilla, al tiempo que cerraba los ojos, sintiendo su delicado toque.—¿Incluso serías capaz de dejar a tus nuevas hermanas solas,
Carmen había estado observando a sus amigas y sus ojos brillaban con orgullo, cristalizados por las lágrimas de felicidad, aunque ella se contenía para no arruinar su impactante maquillaje. Cuando las tres jóvenes y el pequeño, ya estuvieron abajo, con mucha curiosidad, el público se acercó para presentarse y felicitar a Carmen por su cumpleaños, llevándole costosos y exclusivos regalos, como joyas y antigüedades. La fiesta continuó al tiempo que Carmen, Fernanda y Mila, se iban desenvolviendo con los invitados, mesoneros iban y venían, la banda tocaba, algunas parejas bailaban en el centro del salón y todos sonreían. La noche se desarrollaba de forma espléndida, cuando repentinamente la música se acabó, todos hicieron silencio, extrañados y el toque de una copa con un cubierto, terminó de llamar la atención de los presentes. — ¡Atención, atención, la señorita Alicia Beltrán, por favor, requerimos de su presencia, por favor! — Se escuchó al orador, desde la tarima. Extrañada,
—¿Acaso eres estúpida? — Preguntó Carolina, perpleja, por lo que se llevó una amenaza del padre de Laura.—Bueno, yo sé que Bastián no estaba de acuerdo con este compromiso y que tuvimos nuestras peleas cuando estuve en su casa, pero… —No hay compromiso, niña, olvídalo… — La interrumpió Mercedes, tajante.—¡Pero…! — Se fue a quejar Laura, pero Mercedes no la dejó ni hablar.—La sirvienta es la heredera de los Beltrán, la mafia más grande y poderosa del país, además de que resultó ser la prometida de Bastián desde que eran unos infantes… No hay nada que discutir… No creí tener que decírtelo porque era obvio, pero…—¡No! ¡No pueden hacerme esto! — Voceo Laura batiéndose como una niña pequeña. — ¡Esto es un insulto! ¡Una falta grave! Hablaré yo misma con Bastián y si él no acepta cumplir con su promesa, puede considerar rota su alianza con nuestra organización… Esto es una declaración de guerra, me vengaré y… —¡Cállate, Laura! El padre de Laura la tomó por un brazo, hama
Ver a ese hombre llorando, aferrado a su cuerpo mientras suplicaba perdón, le partió el alma, la rabia, la indignación y el deseo de hacerlos pagar, por lo que ella pasó.La ira de Carmen se fue disipando lentamente al tiempo que ella misma derramaba lágrimas.Y antes de que ella misma se diera cuenta, Carmen se soltó del abrazo de Bastián, para agacharse a su lado, tomar con ambas manos su cara y besarlo en cada espacio que encontraba, labios, mejillas, nariz, ojos, cabello al tiempo que musitaba.—Te amo, te amo, yo también te amo, siempre te amé… Y seguiré amándote por siempre.Ambos se entrelazaron en un fuerte abrazo al tiempo que se besaban con ternura, probando el suave sabor salado de sus lágrimas.Con impotencia y repugnancia ante lo que veían, Mercedes se dio la media vuelta para irse del balcón, al tiempo que Carolina seguía a su madre, su plan, no tuvo el efecto deseado, pues en vez de sembrar discordia y desconfianza entre ellos, Carolina terminó uniéndolos más.—
— ¡Carolina! — La voz de Mercedes interrumpió la triste escena.Carmen llorando indignada, Bastián preocupado por lo que ella pensaría de él y Carolina recostada en el balcón, sonriendo mientras contemplaba con satisfacción su creación: el dolor que les había causado a la pareja.—¡¿Cómo te atreves?! — Mercedes se acercó a su hija, soltándole una bofetada que le volteó la cara. —Ma… Madre… — Balbuceó Carolina, atónita, sosteniéndose la ardiente mejilla.—Te ordené nunca hablar de esto, ¡No debías decírselo a nadie! — Gruñó Mercedes, enojada.—¡¿Para qué…?! ¡¿Con qué objetivo mantendríamos ese secreto?! ¡¿Para que sean felices mientras que nosotras desaparecemos?! — Replicó Carolina, recuperando un poco la postura. — ¡No, me niego! ¡Que sufran por lo menos, para que nos la paguen!—¡Usted…! — Carmen se acercó a Mercedes, señalándola con un gesto amenazante. — ¡¿Cómo se atrevió!? ¡Usted es un monstruo y su hija no se queda atrás! Ambas… Las dos me hicieron la vida imposible
Carmen fue curada y encerrada en el ático, ella pasó los días agradeciendo que Bastián le hubiera salvado la vida, sin embargo, en poco tiempo él tuvo que marcharse al extranjero por sus estudios.Y aunque él había dado la orden de mantenerla vigilada y cuidada, siempre había momentos en los que Mercedes y Carolina aprovechaban para hacer de las suyas y maltratarla.Cuando su protector no estaba y los vigilantes se descuidaban, Carmen pasaba por bofetadas e insultos y ocasionalmente la ponían a hacer las labores más humillantes de la casa.¿Qué había hecho ella para merecerse eso? Carmen pasaba los días volviéndose loca en el encierro, encontrando algo de calma cuando le permitían asomarse ocasionalmente por una ventanilla.Y algunas noches, cuando ella se cercioraba de que los hombres que la vigilaban estaban ocupados, ella se deslizaba por esa ventanilla, tal como le había enseñado Bastián cuando eran más jóvenes y encontraba paz mirando las estrellas, ansiando el regreso de Bas
Último capítulo