— ¿Acaso eres estúpida? — Preguntó Carolina, perpleja, por lo que se llevó una amenaza del padre de Laura.
— Bueno, yo sé que Bastián no estaba de acuerdo con este compromiso y que tuvimos nuestras peleas cuando estuve en su casa, pero…
— No hay compromiso, niña, olvídalo… — La interrumpió Mercedes, tajante.
— ¡Pero…! — Se fue a quejar Laura, pero Mercedes no la dejó ni hablar.
— La sirvienta es la heredera de los Beltrán, la mafia más grande y poderosa del país, además de que resultó ser la prometida de Bastián desde que eran unos infantes… No hay nada que discutir… No creí tener que decírtelo porque era obvio, pero…
— ¡No! ¡No pueden hacerme esto! — Voceo Laura batiéndose como una niña pequeña. — ¡Esto es un insulto! ¡Una falta grave! Hablaré yo misma con Bastián y si él no acepta cumplir con su promesa, puede considerar rota su alianza con nuestra organización… Esto es una declaración de guerra, me vengaré y…
— ¡Cállate, Laura!
El padre de Laura la tomó por un brazo, hama