El salón del Hotel Majestic resplandecía bajo las luces estratégicamente colocadas para realzar cada detalle de la pasarela. La semana de la moda de Madrid congregaba a lo más selecto de la sociedad, y Valeria se sentía como pez en el agua entre el bullicio elegante y las copas de champán que circulaban en bandejas de plata.
Llevaba un vestido negro que se ajustaba a su cuerpo como una segunda piel, con un escote que insinuaba más de lo que mostraba y una abertura lateral que revelaba sus piernas torneadas con cada paso. Su cabello caía en ondas perfectas sobre sus hombros desnudos, y sus labios, pintados de un rojo intenso, contrastaban con la palidez de su piel.
—Estás deslumbrante —susurró Enzo a su oído mientras posaba una mano posesiva en la parte baja de su espalda—. Todos te miran.
—¿Y eso te molesta? —preguntó ella con una sonrisa provocativa.
—Me molesta no poder llevarte ahora mismo a casa —respondió él con aquella voz grave que ha