Dos días después del desfile, Valeria se encontró sentada en un café elegante del barrio de Salamanca, con la carpeta de propuestas de GMI frente a ella. Después de treinta y seis horas de darle vueltas, finalmente había llamado a Enzo. La reunión se había organizado con una rapidez que la había tomado por sorpresa.Carmen Vega, su socia minoritaria y directora de operaciones, hojeaba documentos con expresión concentrada. Habían fundado la marca juntas tres años atrás: Valeria aportaba el talento creativo, Carmen el sentido empresarial que a ella le faltaba.Al otro lado de la mesa, Enzo estaba acompañado de una mujer de unos treinta años, impecablemente vestida, con un iPad y una carpeta de cuero: Alessandra Ricci, su directora de análisis de inversiones, según las presentaciones formales que habían intercambiado minutos antes.Carmen intervino, dirigiendo hábilmente la conversación hacia terreno profesional.—Estamos muy interesadas en conocer más sobre la iniciativa de GMI para dise
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