La mañana siguiente amaneció con una claridad que contrastaba con el torbellino emocional dentro de Emilia. Apenas había dormido unas pocas horas. La oferta de la Directora de la Policía de Investigaciones seguía dando vueltas en su mente como un eco insistente. Era una oportunidad que muchas darían todo por tener… pero también implicaba renunciar a cierta libertad, aumentar la carga emocional y exponerse nuevamente a riesgos que aún sanaban dentro de ella.
Lucas ya había salido a dejar a Ezequiel al jardín, mientras Emilia terminaba de vestir a Fiorela, quien, ajena a todo, solo balbuceaba feliz con cada caricia.
—Mi pequeñita… ¿qué haría tu mamá sin ti? —susurró Emilia, besándole la frente.
Tras dejar a Fiorela con la niñera, salió rumbo a la agencia privada. El trayecto se sintió más largo de lo usual, como si el mundo se moviera más lento mientras su mente se adelantaba a mil por hora.
Al llegar, Maike la estaba esperando afuera con un café en cada mano. —Te ves como si hubieras c