La ciudad parecía respirar con normalidad, como si nada fuera a romper la rutina. Pero bajo esa calma había un latido oculto que apenas unos pocos escuchaban: el tic tac de un reloj que marcaba la cuenta regresiva hasta el choque final. Hugo lo sabía; Ercik y Suji también. Creían estar a punto de dar el golpe perfecto. Lo que no sabían era que, por primera vez, la pieza que habían querido quebrar —Emilia— y la mujer que la había protegido desde la sombras a Emilia —Sofía—, ya habían jugado sus cartas.
Suji apareció en la sede de TecnoInv con la naturalidad de quien regresa a un salón donde fueron niños. Vestía un conjunto aparentemente inofensivo, sonrisa fácil y un ramo pequeño que sabía encantar. Había practicado durante semanas las frases, la risa perfecta, el gesto que despertaba nostalgia. Su objetivo era simple: acercarse a Lucas, distraerlo, abrir un hueco en la coraza que protegía al hombre y, por extensión, a la empresa.
Lucas la vio cruzar el hall y por un instante tuvo un r