El amanecer sobre la ciudad no tenía la calma de una reconciliación, sino la presión de un nuevo comienzo. Emilia despertó antes que Lucas. Lo observó dormido, la respiración tranquila, pero con el ceño todavía fruncido, como si los sueños también guardaran la desconfianza.
Debo demostrarlo, pensó. No con palabras, sino con trabajo.
Cuando él abrió los ojos, ella ya estaba de pie, recogiendo sus cosas.
—Voy a la agencia temprano —dijo, en un tono suave—. Quiero coordinar con Sofía el seguimiento de las cuentas y entregar los informes a tu equipo de auditoría.
Lucas solo asintió, sin promesas, sin caricias. Esa frialdad le recordaba que nada podía borra meses de silencio con una noche de pasión por ahora.
En la sede de TecnoInv, la atmósfera era densa. Empleados cruzaban pasillos con carpetas y miradas inquietas. Emilia entregó a la junta directiva una presentación clara: rutas de lavado, protocolos de seguridad vulnerados, recomendaciones para blindar la información. No se limitó a s