Capítulo 89. Contratos
La iglesia estaba envuelta en una luz de tarde que entraba a través de los vitrales, pintando bancos y rostros con colores lentos. Al llegar, Katherine se sintió como si entrara en otro mundo: el olor a cera y a incienso, la calma forzada de un lugar hecho para contener lo que no tiene forma. En la mano llevaba el sobre con el contrato, y en el bolsillo, un temblor que no conseguía detener. A su lado, sin hacerse visible, un vehículo oscuro la seguía a prudente distancia; dentro, ojos entrenados vigilaban cada movimiento. Darren no la acompañó hasta la puerta: se quedó fuera, con Johan y su equipo coordinando la operación. Ella lo sabía, y esa mezcla de abandono y protección la golpeó en el estómago.
—Respira —le había dicho Darren, apretándole la muñeca antes de dejarla pasar—. Todo va a salir según lo planeado.
Katherine alzó la vista y avanzó con el sobre apretado contra el pecho. Dentro de la iglesia, la penumbra parecía ampliar sus pasos, como si cada paso tuviera que reconciliar