Capítulo 88. Soluciones
La mañana había llegado sin clemencia, trayendo consigo el peso insoportable de las horas pasadas. La fiebre del bebé se mantenía estable, pero el recuerdo del paro y el pronóstico de secuelas neurológicas todavía retumbaban como un eco en los oídos de Katherine. Caminaba despacio por los pasillos de la casa, con los ojos rojos e hinchados, sintiendo que cada paso la acercaba a un destino que nunca quiso enfrentar. Al fondo, la puerta del despacho estaba entreabierta. Dudó, respiró hondo, y se decidió a entrar.
Darren estaba de pie junto al ventanal, el rostro endurecido por el cansancio, las manos apoyadas sobre el marco de madera. No se volvió enseguida cuando la escuchó entrar. Solo habló, con esa voz grave que podía ser tanto un refugio como una sentencia.
—No podemos seguir fingiendo, Katherine. Tenemos que hablar.
Ella bajó la mirada, apretando los dedos contra el borde de su vestido. Quiso responder, pero él no le dio tiempo.
—No puedo perdonarte la traición. —Giró despacio