Capítulo 73. Ansiedad
Eva volvió de sus compras, llegó cargando una caja de pizza todavía tibia, y el aroma a queso derretido invadió la entrada justo cuando el vecino también se acercaba con las llaves en la mano.
Se miraron con una sonrisa, y casi de inmediato Eva, con esa facilidad suya para romper formalidades, lo invitó a pasar.
—Anda, acompáñanos, no vamos a comernos todo esto solas —dijo, levantando la caja como si fuera una ofrenda.
El hombre dudó un instante, pero terminó aceptando. Entre la pizza y una botella de vino que Eva había comprado “por si acaso”, la velada tomó un aire inesperadamente agradable. Rieron con anécdotas de vecindario, hablaron de películas que cada uno había visto últimamente y hasta de viajes que soñaban con hacer. La conversación fluyó ligera, como si todos se conocieran desde hacía más tiempo.
Leiah sonreía, asentía en los momentos justos y se esforzaba por parecer cómoda, pero su copa de vino apenas se vació tras el primer sorbo. El brillo habitual de su mirada esta