Capítulo 58. La última pieza
El ventilador del techo hacía un zumbido suave que apenas enmascaraba los ruidos del pueblo por la noche: una motocicleta lejana, un perro que ladraba, la puerta de algún vecino cerrándose. En la mesa del hotel, Leiah había desplegado todo como si aquella madera clara pudiera dictarle un orden. Repasaba en su mente con dolor y vergüenza las palabras de Amalia y era doloroso darse cuenta de todo lo que su familia había hecho..
Respiró hondo, mientras se debatía para tomar una decisión. “Devolverle todo a Johan y dar luz verde para que hable con Darren… o llevarlo yo misma con una disculpa y una oferta de paz” La idea le pinchó el estómago. ¿Mirarlo a los ojos y decirle que lo sentía, que él tuvo razón en todo, que lo que hizo estaba. bien ¿Ofrecerle sus manos vacías como una disculpa que no alcanzaba? Un pensamiento asfixiante: ningún gesto suyo devolvería a Isabella ni borraría de su piel la marca de lo que Daniel y Silvia le hicieron.
Dio vuelta al teléfono. Notificaciones silenciada