Capítulo 29. Perdonarla
Darren se había prometido no volver a buscarla. No espiarla. No revolver heridas.
Y sin embargo, allí estaba. Escondido tras una cortina de lino, en una esquina apenas visible del salón de pruebas, conteniendo la respiración como si eso pudiera evitar que su corazón lo delatara.
Ella apareció.
Y por un segundo el mundo dejó de girar.
El vestido era sencillo, casi etéreo. Corte princesa, líneas limpias, hombros descubiertos y una caída de tul que flotaba a cada paso. Leiah caminaba lentamente frente al espejo, nerviosa, mordiéndose el labio como si dudara de sí misma. Para Darren no había duda alguna: era perfecta. Una visión celestial vestida de blanco. La mujer que tantas veces había soñado ver avanzar hacia él por un pasillo, con flores a los lados y el alma entre los ojos.
Su alma.
Estuvo a punto de salir de su escondite. Correr hacia ella, besarla, rogarle que no se casara. Que se fueran lejos. Que olvidaran lo imperdonable.
Pero entonces apareció Suzanne.
—No, no. Ese vestido no